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EL SALVADOR, AÑO CERO 

 

            Si terrible es una catástrofe aún más terrible es que se acumulen las catástrofes sobre los mismos lugares, sobre los mismos países.

           

            A la pobreza, la deuda externa o los problemas de organización política típicos en muchos lugares de nuestra cercana Latinoamérica, El Salvador une una historia terrible de dolor inmenso, primero fue una guerra civil tremendamente cruenta que se llevo por delante muchas estructuras, muchas personas y que generó mucho dolor y heridas aún por cerrar.

 

Aún cabe recordar de esta guerra desigual, entre otros muchos aspectos, la cruenta matanza de los profesores de la UCLA en la que personas tan valiosas y admiradas como Ignacio Eyacuría o Ignacio Martín Baro, verdaderos referentes innovadores en sus respectivos campos y personas increíblemente coherentes y comprometidas.

 

Luego llego el Mith para llevarse cientos de vidas y estructuras, para volver a expandir el dolor, el drama y la catástrofe.

 

Y ahora, en el intervalo escaso de un mes, dos violentos terremotos que han vuelto a llevar muerte, destrucción y desolación.

 

Lo más importante, desde nuestro punto de vista, es no olvidar que pasarán muchos años antes de que se empiece a remontar mínimamente esta situación catastrófica, algo de lo que solemos olvidarnos con demasiada frecuencia guiados por la solidaridad puntual que, por ser puntual, deja de ser solidaridad para pasar a convertirse en mera caridad  tranquilizadora de conciencias.

 

El Salvador necesita ayuda y va a necesitarla durante años porque una catástrofe de esta magnitud, unida a las anteriormente mencionadas es algo que permanece en el tiempo, tiene efectos sobre las personas, las sociedades, las estructuras que duran largos años; ojalá no lo olvidemos fácilmente y perseveremos en nuestra ayuda, en nuestra cooperación. Ojalá, y esta es la voluntad de Psicólogos sin Fronteras, consigamos articular un proyecto de intervención psicosocial sobre los afectados (en este caso todo el país) par poco a poco poder recuperar al menos una parte de la inmensa riqueza y vivacidad de este pequeño y bello país. 

 

Porque eventos tan lamentables como los que han acontecido tiene efectos globales, tiene consecuencias graves en todas las facetas de la vida. Estremece saber que aproximadamente un 82% de la población salvadoreña han sufrido en los últimos años algún tipo de evento traumático como los que señalaba; situaciones de las que, incluso en condiciones óptimas de salud y rodeados de abundancia y bienestar, es difícil salir indemnes.

 

Por todo ello, desde Psicólogos Sin Fronteras tenemos desde el pasado  día 8 de febrero un equipo de voluntarios/ cooperantes trabajando en El Salvador para desarrollar una serie de actuaciones preventivas y de intervención psicosocial sobre las víctimas directas e indirectas de los terremotos.

 

El trabajo que estamos desarrollando consiste, principalmente, en el desarrollo de un curso de formación especializada en la intervención psicosocial en catástrofes, una intervención preventiva con los afectados, y una intervención especial con los niños que han sufrido las consecuencias de esta situación traumática.

 

Como bien sabemos, este tipo de intervenciones psicosociales son imprescindibles ante la urgente necesidad de atender a las víctimas en aspectos como la elaboración del trauma, la prevención de trastornos psicológicos como el estrés post-traumático, o la recuperación de las redes sociales de apoyo a los afectados.

 

El proyecto está respaldado por las universidades Autónoma y Complutense de Madrid, así como por el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid. La iniciativa responde a una demanda específica desarrollada por la Universidad Católica del Salvador, la misma en la que tristemente fueron asesinados Ellacuría o Martín Baro.

 

El 19 de abril presentaremos formalmente las conclusiones de todas las intervenciones desarrolladas hasta ese momento, pero hasta ese momento cualquiera de vosotros que quiera conocer más a fondo lo que estamos haciendo o que quiera colaborar, será bien venido.

 

José Guillermo Fouce Fernández

Coordinador Psicólogos sin Fronteras Madrid               

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