Ninguna catástrofe es sólo natural:

El caso del terremoto de El Salvador

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Informe realizado por Psicólogos Sin Fronteras

César San Juan

La acción de Psicólogos Sin Fronteras

La madrugada previa a nuestra llegada a San Salvador, se produjo un terremoto de 5'1 grados. La tierra volvió a temblar más de 6 grados el 13 de febrero, exactamente, un mes después del primero. Un Martes y 13. Y la víspera de nuestra partida, 33 días después del primero, la tierra se sacudió con otro seísmo de 5´6 grados. Pese a que es muy difícil contar con datos fiables, entre los cuatro terremotos pueden haberse cobrado la vida de más de 1000 personas y los desaparecidos pueden llegar a 3000. La situación que acabamos de describir nos obliga a diseñar una acción posterior sostenible orientada a la intervención en las zonas de mayor vulnerabilidad social y basada en impulsar organizaciones locales capaces de plantear demandas relacionadas con la reconstrucción socio-ambiental de la comunidad.

            Cabe decir que un terremoto es noticia en los noticiarios internacionales a partir de los 5 grados, lo que puede generar en la opinión pública la sensación de que los seísmos son traumas puntuales que deben ser superados como episodios independientes. Pero no es el caso, ya que una fuente de gran poder ansiógeno la constituyen las constantes réplicas y tengamos en cuenta que desde el momento del terremoto del 13 de enero hasta la redacción de este informe se llevan detectando en El Salvador más de 3.000.   Por otra parte, la nocturnidad es un factor añadido de estrés a los ya de por sí efectos devastadores; las réplicas se dejan sentir mucho más durante la noche, siendo los temores nocturnos uno de los grandes problemas que, desde un punto de vista psicológico, más afectan a la infancia. Esta continua percepción de riesgo, en fin, hace más difícil cualquier tipo de intervención orientada a la reconstrucción física y social.

La demanda planteada por la Universidad Centroamericana se concreta en la necesidad de capacitar a diversos colectivos profesionales de ayuda de emergencia en el ámbito concreto de la intervención psicosocial en catástrofes, además de apoyar al grupo de Psicología clínica de la UCA en la elaboración de un protocolo de ayuda a la víctima, por un lado, y el diseño de un plan de intervención psicosocial a la infancia por otro.

El trabajo de capacitación estuvo dividido en dos fases diferenciadas, una primera basada en la capacitación y otra basada en la devolución, por parte de los profesionales capacitados. En la primera se desarrollaron las bases conceptuales y operativas relacionadas con algunos conceptos clave de la Psicología Comunitaria y la Intervención Psicosocial en desastres. Así, se abordó la relación existente entre vulnerabilidad social y desastre ambiental; algunos modelos teóricos básicos relacionados con el paradigma general de estrés, la perspectiva ecológica en la definición de los problemas sociales y la comprensión de las respuestas sociales ante una catástrofe, entendidas éstas, como el resultado de un proceso de adaptación que es fruto de la interacción de estresores (sociales, físicos, psicológicos, etc.) y los potenciales recursos comunitarios. También se abordaron algunas estrategias para el reconocimiento de posibles síntomas de estrés post-traumático y diversas pautas de afrontamiento entre las que vamos a destacar, a nivel individual, las terapias cognitivas; el denominado grupo debreafing  a nivel grupal y, por fin, el desarrollo de las redes sociales y el apoyo social, a nivel comunitario.

 

Cuadro de texto: Escucha activa
La dinámica consistía en que por parejas, cada persona debía de hacer el papel de narrador y el de oyente, y la consigna era la de contar un hecho significativo. Tras la dinámica, y estando en círculo, se hizo una puesta en común, de tal manera que cada persona expresaba cómo se había sentido, tanto de oyente como de narrador. En general la valoración fue que se habían sentido escuchados, y cómodos hablando, y que les había ayudado a darse cuenta de la importancia del os aspectos a cuidar en la escucha, ya que ello había posibilitado una comunicación más rica. Esta actividad se puede complementar con el ejercicio recíproco de adjudicar al oyente el rol del “oyente insensible” lo que desencadena  la irritación del narrador.

En una segunda fase, el grupo de alumnos se distribuyó en dos subgrupos desarrollándose, en cada uno de ellos, una dinámica grupal. Mediante este contexto se ha pretendido elaborar, por un lado, un diagnóstico del desastre y, por otro, una acción preventiva del denominado síndrome del quemado. Dicho síndrome, también conocido como burn out se trata de un cuadro muy habitual en todas las profesiones asistenciales y, más aún, en aquellas profesiones vinculadas a la intervención en crisis. El planteamiento ha estado basado fundamentalmente en la puesta en común del proceso experimentado por los integrantes del grupo durante las acciones de ayuda de emergencia. También se han puesto en práctica algunas actividades para facilitar la interacción con los damnificados tales como el ejercicio de la escucha activa, descrito arriba. Toda la dinámica ha estado semi-dirigida y basada en el siguiente guión de trabajo:

 

FASE A: DIAGNÓSTICO DESASTRE

 

  1. Presencia de ONG's locales o internacionales en la zona que se ha operado.:

q       Existencia de objetivos programáticos.

q       Coordinación de las acciones de ayuda.

 

  1. Presencia Institucional: Reflejos de actuación; tiempo transcurrido desde el desastre hasta la recepción de la ayuda; capacidad para distribuir la ayuda internacional.

q       Universidad

q       Gobierno.

q       Iglesia.

q       Ejército.

 

  1. Información que se maneja sobre posibles planes de reconstrucción.

q       Potencialidades advertidas.

q       Limitaciones detectadas.

q       Sensibilidad hacia la reconstrucción del tejido social.

 

 

  1. Situación de colectivos vulnerables.

q       Tercera edad

q       Mujer

q       Infancia

 

  1. Situación actual socio-ambiental.

q       Vivienda.

q       Infraestructuras.

q       Capacidad de la población para preservar las redes sociales.

q       Demandas de ayuda psicológica.

q       Existencia de datos epidemiológicos sobre problemas de salud mental.

q    Explicaciones sobre el desastre: locus de control.

 

 

FASE B: ELABORACIÓN Y PREVENCIÓN DEL SÍNDROME DEL QUEMADO

  1. Disposición de algún tipo de estrategia previa de prevención del burn-out.     

2.      Relato de problemas o dificultades más frecuentes.

  1. Coordinación intergrupal e intragrupal: valoración sobre la asignación y rotación de roles durante la emergencia.
  2. Valoración del desgaste personal: Identificación de los síntomas del síndrome del quemado.
  3. Valores recursos disponibles e ideales: materiales, personales.
  4. Necesidades de formación: valoración
  5. Puntos fuertes y débiles de su actuación.
  6. Ejercicios prácticos de relajación autoaplicados junto con el facilitador.

 

Como un eje transversal a estas consideraciones, parece oportuno trabajar la importancia de los factores ambientales en la definición de la etiología de un desastre. Se señalan algunos aspectos que fueron significativos en el estudio de caso del terremoto de El Salvador:

 

 

El Medio Ambiente como dimensión transversal de diagnóstico

Cuadro de texto: Aspectos positivos:
•	Existen proyectos, programas.
•	Existen un Ministerio de Medio Ambiente.
•	Existe una ley de Medio Ambiente y un marco jurídico.
•	Existen ONG's que investigan y denuncian situaciones de agresión al medio.
•	Existe un cuerpo importante de población voluntaria y colaboradora.
•	La tierra es fértil y existen todavía extensiones vírgenes.
•	Existen políticas de reforestación.

Aspectos negativos
•	No se cumplen las leyes; cierto desinterés gubernamental.
•	Existe deforestación ilegal e ineficacia del Ministerio de Medio Ambiente
•	Excesiva urbanización a escala del automóvil.
•	Poca información acerca de la importancia del Medio Ambiente en la opinión pública.
•	Concentración de la población en las ciudades. Hacinamiento.
•	Cordillera volcánica activa y descuido de mantos acuíferos.
•	Gran contaminación medioambiental: atmosférica y acústica.
•	Recalentamiento de la tierra, cambio climático.
•	Falta de estudios de zonificación
•	Paupérrima educación medioambiental

Uno de los elementos significativos en el diagnóstico, no sólo de la situación post-desastre, sino de la propia planificación y ejecución de eventuales planes de prevención o afrontamiento, consiste en la identificación de los aspectos positivos y negativos que puedan estar asociados a lo que hemos considerado, en principio, grupos más vulnerables, estos son: Infancia, Tercera Edad y Mujer. Claro que después del trabajo de campo realizado, quizás debamos matizar este planteamiento. La condición de vulnerabilidad puede que sea compartida por la generalidad de la población más desfavorecida y, de hecho, el no haber incluido a los varones adultos como grupo específico vulnerable no es un aspecto del diagnóstico en el que exista consenso, toda vez que es, precisamente,  este grupo es quien manifiesta buena parte de la relación de conductas desadaptadas a la situación post-desastre, tales como violencia intra-familiar y un consumo de alcohol fuera de las pautas de consumo habitual. Pese a esta realidad, puede darse la circunstancia de que mujeres viudas y en situación de gran indefensión no lleguen a recibir ningún tipo de ayuda humanitaria tras la catástrofe ya que es únicamente el varón quien tiene la facultad de ser receptor de dichas ayudas.

 

Desde este punto de vista, y en una situación de escasez de recursos humanos y materiales, parece interesante que las organizaciones internacionales de cooperación al desarrollo, centren los programas y recursos de reconstrucción del tejido social en la infancia, -por ser un colectivo preferencial en el desarrollo de una cultura de prevención,- y en la mujer, -por asumir  dentro de la estructura familiar, buena parte de las tareas encaminadas a normalizar la situación padecida tras una catástrofe. En este sentido, realizamos junto con el grupo de capacitación un trabajo de identificación de los aspectos positivos y negativos que pudieran estar asociados a la condición de infancia y mujer en el caso concreto de El Salvador cuyo resultado presentamos a continuación.

Consideraciones previas acerca de  los programas orientados a infancia y a mujer
Cuadro de texto: Infancia
Aspectos positivos
•	Existen ONG´s con programas específicos.
•	 Resulta más viable crear programas basados en la prevención.
•	Son más receptivos, ingeniosos y activos.
Aspectos negativos
•	Tienen déficits formativos importantes.
•	Ausencia de programas de protección.
•	Pobreza, dependencia, esto es, necesitan acompañamiento y ayuda.
•	Son muy receptivos a las emociones negativas de la familia y del medio.
•	Son muy influenciables.
•	La adultización se da a muy temprana edad.

Mujeres
Aspectos positivos
•	Existen programas específicos desde las ONG´s de capacitación.
•	Son educadoras.
•	Tienen una gran capacidad de lucha, para volver a empezar.
•	Emocionalmente son más expresivas, cooperadoras, pacientes, tolerantes, abiertas al cambio, protectoras.
•	Tienen la capacidad de control de los hijos.
Aspectos negativos.
•	Inexistencia de programas de autocuidado  de la mujer.
•	Falta de protagonismo en la estructura familiar y social.
•	Víctimas de la violencia intrafamiliar.
•	Dificultades  de acceso a la educación.
•	Problemas de discriminación en un contexto cultural machista.

El diagnóstico comunitario

 

El Departamento de Psicología de la Universidad Centroamericana tenía interés en contar con nuestra colaboración en la búsqueda de estrategias para apoyar a las poblaciones desplazadas a los refugios tras el terremoto, diseñar pautas de intervención para aquellos casos en los que hay una demanda psicoterapéutica y, por último, diseñar un programa de intervención psicosocial orientado a la infancia. Se plantean algunas dificultades para concretar los principios de intervención propios de la perspectiva Comunitaria en el escenario concreto de un desastre, por lo que proponemos el siguiente esquema de actuación para establecer el primer contacto con la comunidad:

Cuadro de texto: 1.	Definición de la estructura social: presencia de líderes comunitarios, identificación de grupos de poder o de influencia, identificación de posibles relaciones conflictivas intergrupales derivadas de las consecuencias del terremoto o de posicionamientos políticos previos.
2.	Análisis e identificación de redes de apoyo social: calidad de las redes y su naturaleza, es decir, si han surgido a raíz del desastre o estaban consolidadas con anterioridad.
3.	Necesidades expresadas por la población: de tipo ambiental, material, sanitario, psicosocial.
4.	Diagnóstico elaborado por la comunidad acerca de diferentes aspectos tales como:
a.	Eficacia en la distribución de la ayuda humanitaria.
b.	Discursos acerca de las explicaciones sobre la naturaleza, causas y consecuencias de la catástrofe: locus de control.
c.	Situación de la infancia: Elaborar un informe acerca de la situación de la infancia que pueda servir de base al programa de intervención con niños

Para poner en práctica los aspectos señalados convenimos ir los tres cooperantes de PSF junto con dos psicólogos de la UCA a Tacuba, una de las localidades afectadas por la tragedia está situada en la zona occidental del País en el Departamento de Ahuachapan, departamento fronterizo con Guatemala.

 

Visita a Tacuba: Se  anuncia el f in del mundo

 

Tacuba es un municipio de 45.000 habitantes cuyas viviendas han quedado seriamente dañadas. Después de casi un mes del terremoto todavía existe una gran cantidad de escombros en sus calles pero, afortunadamente, no existen víctimas mortales directas como consecuencia de la catástrofe.

Esta circunstancia implica que no aparezcan problemas, como en otras localidades, relacionados con la elaboración del duelo de las personas desaparecidas. En el caso de Tacuba, el problema fundamental está relacionado con la experimentación de numerosos cuadros de miedos nocturnos por parte de adultos, pero sobre todo de niños y niñas. Cabe señalar que existe una numerosa presencia de iglesias evangélicas que han extendido en la población un discurso catastrofista y apocalíptico sobre el desastre, relacionándolo con uso supuestos preámbulos del fin del mundo.

 

Esta atribución de las causas, además de generar cierta desmotivación para superar la situación, creemos que está en la base, al menos en parte, de dichos cuadros de ansiedad detectados en buena parte de la población. Gracias a un programa financiado por Save the Children, se contactó con una organización local denominada ACODI, orientada a la educación social, a la que se ha propuesto un programa de capacitación para agentes locales de salud y para maestros con el que puedan dispensar  a los niños y niñas estrategias de afrontamiento del miedo.

 

Es importante destacar, no obstante, que se trata de un miedo muy razonable condicionado por los efectos devastadores del terremoto y la constante re-experimentación provocada por las réplicas. Parece obvio que la naturaleza imprevisible del estresor agrava sus consecuencias y, por tanto, hemos recalcado la necesidad de facilitar a la población información fiable sobre la naturaleza del seísmo y los pronósticos anunciados por el Instituto Geográfico. O en todo caso, si se quiere no deslindarse demasiado de esa cosmovisión apocalíptica del fin del mundo, deberemos retomar estos elementos bíblicos  e intentar reconstruir una nueva historia de carácter más esperanzador. Para ello habría que contar, en principio, con la predisposición de los párrocos locales

 

Visita a Santa Tecla, Las Colinas y “El Cafetalón”: Los refugiados ecológicos.

Las Colinas

El barrio de Las Colinas, en Santa Tecla quedó literalmente sepultado por una avalancha de tierra. La práctica totalidad de los supervivientes vio desaparecer sus viviendas y muchos de sus seres queridos por lo que, después de la tragedia,  fueron trasladados al albergue de “EL Cafetalón”, un complejo de campos de fútbol a unos 12 kilómetros al oeste de San Salvador.

Debido al impacto que tuvo en la opinión publica internacional el derrumbe de Las Colinas y por estar el refugio situado en el centro mismo de El Salvador, propició que este campamento concentrara buena parte de la ayuda internacional. Existía una presencia inusitada de ONG´s que, en un primer momento, llegaron a competir en espacio con las tiendas de campaña de los damnificados. Lo cierto es que se dieron algunas situaciones lamentables por parte de algunas organizaciones de ayuda que entendieron ese espacio como una plataforma privilegiada para ocupar un supuesto protagonismo de cara a los medios de comunicación, relegando a un segundo plano la eficacia en el trabajo con los afectados. Por este y otros motivos hubo una evidente descoordinación de programas siendo el fracaso de una inoperante comisión de salud mental, -a la que no tuvieron, por cierto, la sagacidaz de incluir  representantes de los damnificados,-  lo que para Psicólogos Sin Fronteras significó uno de los síntomas de que las cosas deberían poder hacerse de otra manera.

 

Lo que fue el barrio de Las Colinas está acordonado por la policía ya que ha quedado completamente desalojado mientras se realizan las obras de desescombro. Cuando presentamos nuestras credenciales de Psicólogos Sin Fronteras, un número de la división de Medio Ambiente del Cuerpo de Policía nos acompañó a la explanada donde se levantaba un tradicional barrio de clase media, in situ nos relató lo ocurrido. Ahora, en los márgenes de una gran explanada aun quedaban en pie algunas viviendas literalmente segadas por la destructora avalancha.  Un inmenso pasillo de “nada”, revela el poder destructivo e implacable de la mole de tierra.

Cuadro de texto: Desastre de las Colinas: El Relato
P: Cuéntenos, desde su experiencia, cómo ocurrió el terremoto
R: Nosotros pertenecemos a Policía de Medio Ambiente y llegamos el 14 por la mañana, el objetivo fue intentar  dar seguridad, formar cordones, y evitar saqueos. Por otra parte, también estuvimos implicados en el recate y la ubicación de las personas que buscaban a sus familiares, ya que ellos nos indicaban, más o menos, por dónde podríamos localizar los cuerpos sin vida. Nos coordinamos con socorristas de Cruz Verde, el Ejército, bomberos y organizaciones  internacionales.
P: Háblenos de la reacción de la gente y de cómo fue el impacto.
R: En ese momento las personas estaban angustiadas, desesperadas, lloraban, y nosotros tratábamos de buscar la forma de ofrecerles aliento, tranquilizarlas. En todo caso, por encima de todo, la idea de ellos era tratar de ubicar y rescatar a sus familiares con el fin de dar una sepultura digna. En cuanto a lo relacionado con el deslizamiento de tierra, fue tremendo, prácticamente abarcó unos 800 metros de longitud desde la punta, hasta el final de la colonia de la colina y de ancho, más o menos, abarcó unos 50 ó 60 metros. Al mismo tiempo, los árboles que se deslizaron provocaron los mayores daños debido a la fuerza que traían de la colina. Eran auténticos bates gigantes. La fuerza que traían los árboles fue lo que realmente destrozó las viviendas, más que el propio deslizamiento de la colina por ser éstas de dos plantas. 
P: Cuánto tiempo les llevó la limpieza de la zona?
R: Estuvimos más o menos tres semanas limpiando, desescombrando, y retirando cadáveres.
P: Cuántos cadáveres hubo en esta zona?
R: La tabla que tenía la policía, hasta que yo supe, era de  475 víctimas mortales,  y solamente aquí en la zona de la colina. Incluso esta cifra, lamentablemente, va a superarse porque solamente llevábamos a la morgue los cadáveres que se reconocían. El médico forense daba el levantamiento y luego eran entregados a los familiares. Los cuerpos mutilados, los miembros de cadáveres, se llevaban a una fosa común.
P: Y si alguien reclamaba y ya estaban enterrados?
R: La policía decía a los familiares dónde habían encontrado los trozos y así se podía suponer a qué persona correspondía.
 

 

 


 

El refugio

En el refugio de “El Cafetalón”, el primer contacto fue, como siempre, con los niños y niñas siempre deseosos de hablar, de jugar y de conocer gente nueva. Los niños son, en cualquier parte del mundo, los agentes comunicadores más atrevidos, desinhibidos y alegres de toda la comunidad. En todo caso, por lo general, se respiraba en la población un cierto aire de resignación y fatalismo. Hablando con la gente hemos detectado versiones contradictorias y confusas sobre el pronóstico de su permanencia en el refugio. Sin embargo, entre la desolación, siempre emerge la palabra serena, decidida y esperanzadora de una mujer, una mujer que representa a todas las mujeres. Es el motor, como siempre, de la reconstrucción social de la comunidad, el alma que, en medio de la incertidumbre, da sentido al futuro.

 

            El 13 de febrero, un nuevo terremoto de 6,1 grados generó una nueva avalancha de pérdidas materiales y humanas, por lo que volvimos a “El Cafetalón” para hablar con los pequeños amigos que hicimos dos días antes. Les llevamos la foto que nos hicimos delante de una de las tiendas de campaña. Una niña de unos 11 años, Rebeca, me preguntó si yo también iba a conservar la foto en la que salíamos juntos, a lo que le respondí que sí, y siempre la llevaría conmigo. Se abrazó a mí, y con un suspiro de profundo cariño musitó un “gracias”  franco, complejo, leve y desnudo. Demasiados matices  para poder explicarlo ahora.

 

 

Visita a Santa Cruz Michapa:  La tierra herida.

 

En la localidad de Santa Cruz Michapa, a unos 50 km. de la capital San Salvador, visitamos dos cantones denominados Ferrocarril 1 y Santa Clara. El responsable de Salud Ambiental del municipio nos solicitó que ofreciéramos apoyo emocional a las gentes de estos dos barrios especialmente castigados por el terremoto del 13 de enero y 13 de febrero. La situación en Ferrocarril 1 era, desde un punto de vista físico, absolutamente dramática. Por otro lado, se relataron muchos problemas respiratorios como consecuencia de las polvaredas provocadas por los continuos temblores. El barrio era una hilera de chabolas cubiertas de escombros y pegadas, por un lado, al borde de un acantilado y, por otro, al borde de un cañón profundo abierto por el primer terremoto. El suelo era muy inseguro y, de hecho, para visitar a la población fuimos acompañados por dos especialistas en rescate de Cruz Roja dispuestos de cuerdas y otros aperos de emergencia. Ofrecía el aspecto inequívoco de una trampa mortal. Sin embargo, a pesar de las indicaciones que habían recibido sobre la inhabitabilidad de la zona, los vecinos rehusaban abandonarla por temor a perder un pedazo de tierra que, sin lugar a dudas, se iba a acabar  hundiendo en el cañón, soterrado por sus paredes laterales. Como en otras zonas, la población estaba muy indignada por la manera como se había distribuido la ayuda de emergencia, siempre condicionada por compadreos políticos. De hecho, nada garantizaba la acogida tan amable que nos dispensaron.

 

            Dar apoyo emocional en semejantes circunstancias era, sin duda, la idea más absurda e inapropiada que se podía llevar a cabo para aliviar las condiciones de vida de la comunidad. Víctor Argueta, el especialista en salud ambiental, auténtico líder comunitario, consiguió congregar a buena parte de la población, y allí, delante de aquellos hombres, mujeres y niños con el desconcierto dibujado en todos sus rostros, pensamos que lo mejor era tratar de convencerles acerca de la necesidad imperiosa de preservar sus vidas abandonando inmediatamente el lugar y realojándose en una zona más segura. Nosotros adquirimos el compromiso de gestionar ayuda de emergencia tal como la adquisición de tiendas de campaña, además de cubrir necesidades básicas de alimentación en un primer periodo. Una vez más, interpretar la Psicología clínica como una estrategia seria para paliar el daño sufrido por unas personas que se les desmorona el suelo bajo sus pies solo sería una broma macabra si lo relatado no estuviera ocurriendo en este momento, en algún lugar del mundo.

 

                                           

Conclusiones

 

Como resultado de los trabajos teóricos presentados a lo largo de este libro, y extrapolándolos a la experiencia desarrollada en El Salvador desde el 8 de febrero hasta el 18 de febrero de 2001, se han podido establecer las siguientes conclusiones generales que pueden ser concebidas, a su vez, como hipótesis de trabajo encaminadas a orientar acciones en el campo de la intervención psicosocial en desastres. Somos conscientes de que algunas de estas hipótesis no son compartidas por amplios colectivos de profesionales psicólogos dedicados a este ámbito. Por eso, precisamente las planteamos como hipótesis. Es necesario abrir el debate de todos los colectivos vinculados con la ayuda de emergencia para, entre todos, comenzar a generar conocimiento. Un conocimiento útil que realmente esté orientado a resolver con la mayor eficacia todos los problemas planteados actualmente en la coordinación de acciones de intervención en desastres. Las conclusiones son las siguientes:

 

1.      La magnitud de un desastre viene dada por el grado de vulnerabilidad de la población que lo padece, más que por su intensidad física.

 

2.      Las respuestas humanas a un desastre debemos definirlas en términos de mayor o menor capacidad de adaptación; no en términos de salud – enfermedad.

 

3.      La intervención en un desastre debe estar orientada, no sólo a aspectos psicoterapeúticos sino, fundamentalmente, a la reducción de los factores de vulnerabilidad.

 

4.      Entre los factores de vulnerabilidad debemos destacar.

· Un nivel psico-biológico: Estructura de la personalidad. Resistencia a la frustración. Excitabilidad.

· Un nivel social y comunitario: Calidad de las redes sociales, intensidad de la cohesión vecinal.

· Un nivel político-económico: Desarrollo de políticas económicas favorecedoras de las desigualdades sociales.

· Un nivel político-ambiental: Desarrollo de políticas ambientales favorecedoras de un desarrollo absolutamente insostenible y la desprotección de una política de vivienda adecuada a las circunstancias ambientales del país.

· Un nivel cultural – ideológico: Desarrollo de explicaciones apocalípticas en torno a la etiología del desastre.

 

5.      Para establecer un diagnóstico de estrés post-traumático, deben tenerse presente dos condiciones previas:

                                     I.      La presencia de los síntomas descritos en el DSM-IV debe ser superior a un mes.

                                   II.      El estímulo traumático, por definición, debe haber desaparecido. Por lo tanto, la constante reexperimentación del terremoto provocada por la reincidente aparición de réplicas implica que  no se podría establecer una vigilancia epidemiológica válida sobre este síndrome hasta no haber garantizado una cierta inactividad sísmica.

 

6.      La presencia de síntomas atribuibles al estrés post-traumático debemos considerarlos por tanto, en presencia de gran actividad sísmica, como respuestas de alerta normales a un estresor imprevisible.

 

7.      La creación de grupos terapéuticos de unas 8 personas donde se puedan verbalizar los sentimientos, normalizar las respuestas de angustia y elaborar el duelo, lo consideramos el marco más adecuado para la prevención, a nivel individual, del síndrome de estrés post-traumático.

 

8.       En todo caso, la atribución diagnóstica de estrés post-traumático realizada inmediatamente después del desastre es, por lo tanto, una patologización innecesaria y perversa de la conducta humana encaminada, entre otras cosas, a ocultar los verdaderos problemas de una calidad de vida cercenada.

 

9.      Cabe decir, en todo caso, que la presencia de estrés post-traumático no lo produjo el terremoto propiamente dicho. Nos encontramos a una sociedad que intenta superar un escenario bélico largo y dramático, viviendo encima de una tierra que muchas veces tiembla, otras estalla, otras se inunda. La presión aumenta, la gente lucha, pero el fatalismo se impone.

 

10.   Desde este punto de vista, plantear una intervención psicosocial comunitaria  únicamente en términos de vigilancia de la salud mental de los individuos es, desde nuestro punto de vista, un error flagrante que obvia las verdaderas causas de los problemas sociales y que son, en última instancia, los precursores de las situaciones de angustia y nerviosismo.

 

11.   Así, desde un punto de vista ecológico y sistémico, se propone asumir uno de sus principios básicos, a saber: Todos los sistemas, individual, familiar, grupal, comunitario, social y cultural e ideológico, son interdependientes y, por lo tanto, cualquier intervención en los niveles superiores afectará a los niveles inferiores.

 

12.   Desde el modelo de competencia, se propone el desarrollo de comunidades competentes. Su principio básico es que la percepción de control sobre los acontecimientos estresantes puede amortiguar los efectos de los mismos.

 

13.   Por qué:

ü             Permite predecir el estresor y anticipar estrategias de afrontamiento eficaces.

ü             El control facilita la autoimagen de competencia y poder.

ü             El control puede permitir determinar los resultados de la acción.

 

14. El desarrollo de sistemas comunitarios competentes debe basarse en:

ü             Identificar y modificar los escenarios de alto riesgo.

ü             Optimizar las redes de apoyo social: En primer lugar favoreciendo el realojamiento de manera que se respete la estructura vecinal previa al desastre.

ü             Promover la participación y el desarrollo comunitario.

 

15. Se impone, en fin, un compromiso por parte de todos los responsables vinculados a la ayuda de emergencia de generar una cultura de prevención y de desarrollo de estrategias de afrontamiento. A los responsables políticos de los países en riesgo de padecer desastres debe exigírseles que desarrollen, de una vez por todas, medidas orientadas a la reducción de los factores de vulnerabilidad y dejen de lamentarse hipócritamente de los problemas de “salud mental” que provocan las catástrofes “naturales”. Y, a nuestros responsables políticos medidas de cooperación más ágiles y eficaces, siendo especialmente deleznable la reacción del Gobierno Vasco que, desde su departamento de cooperación, dio todo un mes de plazo para presentar proyectos de ayuda de emergencia, a lo que hubo que añadir el plazo para su resolución. Obviamente, ni las organizaciones que estábamos operando en la zona, ni, sobretodo, los damnificados, disponíamos de tanto tiempo, por lo que tuvimos que trabajar con recursos propios. Los crímenes contra la humanidad pueden adoptar manifestaciones muy diversas y sutiles.

 

 

Sólo a partir de esas premisas, y no antes, podemos empezar a hablar de salud mental y, sobre todo, de calidad de vida, solidaridad y justicia.