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Experiencia de PSF Argentina en las inundaciones de Santa Fe Equipo de PSF Argentina San Luis |
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Lic. Juan Miguel Flores, Lic. Andrea Marina Lucero, Lic. Malena R. Masramón Introducción En la provincia de Santa Fe, al Noreste de la República Argentina, se encuentra la ciudad de Santa Fe, en la confluencia de los ríos Paraná y Salado. El 29 de abril de 2003, el Río Salado, que creció hasta alcanzar un récord histórico de 7.88 m. de altura, inundó la ciudad, dejando en poco más de cuatro horas la zona Oeste y Sur de la ciudad bajo las aguas. El agua entró por un sector en el que faltaban construir 3000 m. de defensas. Las que ya estaban construidas funcionaron como un dique, impidiendo que el agua saliera de la ciudad. Para que lo hiciera, hubo que dinamitar las defensas en varios puntos, produciendo una tremenda corriente de salida que empeoró la situación. En algunos barrios el nivel del agua se ubicó dos metros por encima de las casas. Se evacuaron entre 100.000 y 120.000 personas, y unas 30.000 se albergaron en los más de 100 centros dispuestos a tal fin. Unas 28.000 viviendas se vieron afectadas, de las cuales unas 4.500 quedaron irrecuperables. Oficialmente, hubo 27 muertos, y las pérdidas económicas se calculan en unos 800 millones de dólares (de los cuales el 60% pertenece al sector agropecuario). Hoy en día ninguna catástrofe es sólo natural. Y en el caso de la crecida del Río Salado no se da la excepción. La prueba se da a partir de saber que a fines del siglo XVIII (más precisamente, 1789) ya se hablaba de la necesidad de implementar una política que permitiera la canalización del Río Salado con el fin de agilizar el transporte de mercaderías desde el centro-noroeste del país hasta el Atlántico. De más está decir que este proyecto, junto con todos los que hubo en los siglos siguientes, fue ignorado. Así, en una suma de políticas mal o no aplicadas, intereses individuales y monopolizados, el Río Salado se convirtió en el potencial peligro que acechó hasta que desbordó (literalmente) la capacidad de contención prevista (o mal prevista) por la negligencia de siglos de malos gobiernos. Actuación de PSF Argentina El Grupo de Asistencia Psicológica a Víctimas en Catástrofes de Psicólogos Sin Fronteras (San Luis, Argentina), integrado por profesionales y alumnos avanzados de la carrera de Psicología, desde sus comienzos ha venido realizando distintos tipos de actividades apuntadas a la formación y preparación para la intervención, con la capacitación y el asesoramiento permanentes de Psicólogos Sin Fronteras Madrid y el aporte bibliográfico de Psicólogos Sin Fronteras País Vasco. Enterados de la catástrofe, nuestro equipo de trabajo comienza la organización logística en lo referente a alojamiento, viáticos, material de trabajo, etc., y viaja con destino a la ciudad de Santa Fe, distante a 600 km de San Luis. Nuestro primer destino era el Centro de evacuados que se estableció en la sede de APUL (Asociación del Personal de la Universidad del Litoral). Ya en el lugar, y bajo las indicaciones del Comité de Crisis del Colegio de Psicólogos de Santa Fe, intervenimos además en el Centro de evacuados de la Escuela Paraguay y el Centro de evacuados “Campo de deportes de la UNL”, abarcando así una población de 100 personas afectadas. Formas de abordaje Siguiendo el protocolo de abordaje contactamos a los responsables de cada centro de evacuados, quienes brindaban información sobre cantidad de evacuados, conflictos presentes, y situación general del centro, datos a partir de los cuales se planeaba la intervención. Con esta información primera, además, realizábamos una evaluación provisoria del grado de conflictividad del centro de evacuados (triage), información que era elevada al Comité de Emergencias del CPSF para su procesamiento. Para intervenir una parte del equipo trabajó con adultos y otra con niños. Los adultos con los que se trabajó incluyeron tanto voluntarios de los centros como evacuados. Con los voluntarios se utilizó una estrategia de abordaje grupal en la que se explicaron los trastornos que ante esta situación podían sufrir tanto ellos como las víctimas a quienes ayudaban. En un segundo momento se trabajo con las vivencias personales en su papel inesperado como voluntarios; y en un tercer momento se los asesoró para continuar haciendo un trabajo más óptimo con las víctimas. Por otra parte, con los adultos evacuados se desarrolló un esquema similar, con información sobre los malestares físicos y psíquicos normales ante estas situaciones, interacción mediante la escucha de las experiencias personales. A esto sumamos luego el aporte de herramientas de conocimiento con el fin de facilitarles el hacer frente a lo que pudiera presentarse con posterioridad. Respecto a los niños, se trabajó con técnicas de dibujo y juegos grupales que les permitieron contar a su modo las vivencias y esbozar su asimilación. También se utilizaron estas mismas técnicas para lograr darles los conocimientos necesarios sobre lo que les estaba pasando. Conjuntamente a esta tarea de abordaje grupal se realizaron intervenciones personalizadas con aquellos evacuados (adultos y niños) que lo necesitaron. Estas actividades se desarrollaron en el término de una semana por cuestiones presupuestarias. Durante el mes de junio de 2003, y para continuar con la intervención anterior, y luego de una campaña de reaprovisionamiento logístico, un segundo grupo tuvo la oportunidad de viajar a fines de ese mes. En este segundo viaje, se trabajó solamente con las personas que desde APUL se dispuso, ya que la gran mayoría de los evacuados de dicho centro se había retirado a sus hogares o había encontrado otro lugar para vivir Nuestras vivencias como PSF Hablar de las vivencias del profesional de la salud mental en el ejercicio de la Psicología implica tener el equilibrio para combinar lo intelectual con lo emocional. No es común que en artículos de esta naturaleza se ponga sobre la mesa lo que como profesional uno siente y vive cada vez que nos ubicamos en el rol de tal. Muy por el contrario, la razón y las buenas costumbres dictan que la manera de comunicar y transmitir las experiencias sigan estrictas reglas de protocolo donde el distanciamiento y la objetividad brindan la posibilidad de quedar a cubierto de inmiscuirse con este elemento tan difícil de encuadrar como son los sentimientos. ¿Porqué decidimos entonces en este artículo saltar la valla impuesta?. Por el simple y tremendo hecho a la vez, de que hacer Psicología en situaciones de emergencias y desastres implica necesariamente convivir con la desesperanza, la impotencia, el despojo, la soledad, la tristeza, el desamparo, el miedo, sentimientos todos ellos presentes en las personas La sola presencia y la escucha comprometida de nuestra parte pudo hacer efectos terapéuticos en ellos. En los encuentros de trabajo con el grupo de voluntarios era la necesidad del mismo permitirse en este espacio ponerse en contacto con sus propias vivencias dolorosas acercándose al sufrimiento y teniendo la certeza que entre todos era más fácil poder sobrellevarlo. Estas emociones compartidas dieron lugar al afianzamiento del grupo no solo por ser compañeros de trabajo sino por haber adquirido el rol de voluntarios frente a las inundaciones. El último día de trabajo con los voluntarios de APUL se dio una situación especial que a la luz de la interpretación tiene su significado: ellos sabían que nosotros no podíamos quedarnos, que no podíamos permanecer por siempre allí. Surgió de ellos la necesidad de que le dejáramos herramientas para poder seguir trabajando con los evacuados, tarea que para ellos resultaba muy desgastante. En concreto, los voluntarios sentían, ante la marea de pedidos y situaciones de sus semejantes a solucionar, que ya no podían responder, que les quedaban pocos recursos para afrontar y acompañar el dolor del otro. A pesar de lo silencioso de la despedida, y a partir de los sentimientos que nos transmitieron, sin ningún reclamo ni ninguna demanda directa, deja la sensación de que nuestra tarea sirvió y que por el momento, ante nuestra partida, lo que se había trabajado entre todos era suficiente para hacer frente por un tiempo a la terrible realidad que ellos debían seguir enfrentando cotidianamente. Consideramos esto como el mayor reconocimiento a nuestra tarea. |
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